Sábado por la mañana, apenas con el sol fuera. Desde Bonavista y con Paco Navarro como capitán del grupo nos dirigimos hacia los confines del Barranco de San Antón. Allí vimos los surcos que realizaban las ruedas de los carros cargados con la piedra a su paso por el fondo del barranco. Testigos mudos del esfuerzo realizado en aquella época con escasos medios para tan magna obra. ¿Quién dice que la cultura y el deporte no están unidos?. Os dejo unas fotos prestadas para recuerdo de la jornada. Por cierto, voy a comprarme unas Trabucco (zapatillas) porque las que llevaba son una "caca" y tengo los pies hechos una calamidad. ¡Hasta en el "simplemente correr" o trail como ahora se llama hay tecnología!
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