A las 10 de la mañana del próximo domingo se dará el pistoletazo de salida a la Media de Pinoso. Voy a encontrarme en un terreno llano que espero no perjudique tanto a mis articulaciones. La verdad es que están un poco resentidas de tanta montaña y ahora bien viene un terreno más estable. De Pinoso guardo buenos recuerdos: allí pasé un mes trabajando recién estrenada mi licenciatura. El médico titular al que sustituí no se marchó fuera de vacaciones y casi todas las noches estaba invitado a comer en casa de tal o cual amigo-paciente suyo. De tanto comer me vine con unos kilos de más. Esta ciudad es famosa por sus exquisitos arroces de conejo con caracoles y doy fe de ello. No todo fueron celebraciones y me vienen a la memoria la interminables tardes suturando todas las heridas de los vendimiadores. En el pueblo sólo había dos médicos y "el otro" estaba a punto de jubilarse, se mareaba con facilidad y no querían molestarle. Tuve la oportunidad de ejercer mi profesión de una forma más próxima al enfermo. La jornada empezaba a las 8 de la mañana con la consulta y continuaba durante las 24 horas del día. Había mucho tiempo para atender y escuchar al paciente y pronto me sentí uno más del pueblo. En cualquier momento del día o de la noche podían llamarme para atender una urgencia. Si estaba tomando un café en un bar no olvidaba poner un cartel indicando mi ubicación... Además, en Pinoso, espero encontrarme con toda la gente del Km21, con mi colega Paco Vidal, con ese paciente que atendí hace ya más de veinticinco años y, por qué no, me ayudó a crecer como profesional y como persona... Ahh¡ y todos los que queráis una buena paella es cuestión de quedar...
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