En un día excelente y a las 8 de la mañana calentamos motores alrededor del desayuno el grupo que se apuntó a realizar un ruta por la Sierra de Peligros. Dejamos los coches en un bancal próximo a la Urbanización Buenavista y, tras unos breves estiramientos, bajamos al fondo del Barranco de San Antón. Nos dirigimos aguas arriba hacia la zona de las huellas que dejaron los carros cargados de la piedra extraída en las canteras de Santa María. Llamó la atención el paralelismo milimétrico de dichas huellas y el esfuerzo que harían personas y animales con tan escasa tecnología. Algún miembro percibió la escasa presencia de fauna (conejos, perdices) pero era tal el escándalo de Eva y las estudiantes que los pobres animalitos se asustaron antes de pasear con nosotros. Elena (mamá de Silvia), Pepita y Sergio demostraron dotes de excelentes senderistas. Fini y Conchi Carrillo rememoraron felizmente una etapa más del Camino de Santiago. Para Eugenia y su pareja fue un simple aperitivo de su amor hacia la montaña pero descubrieron que, además del ejercicio, se puede aprender mucho de la simple observación. Ramón, el "pesao" maestro frustrado, explicaba lo poquito que sabe de las plantas, de las caquitas de los zorros, de los litófagos (más caquitas petrificadas)... Al final, tras salvar un collado con alguna pequeña dificultad, llegamos a la zona de Mariano Ros. Aquí vimos sus obras talladas en la piedra y pudimos conocer al famoso "Tio Pere". Nos dijo que había alguien que estaba saboteando el lugar (habían arrancado árboles) y nos invitó a firmar en un libro para tal fin. El regreso se realizó por un barranco paralelo donde se encuentran las canteras más espectaculares.
Después de la caminata (unos 10 Km.) la impresionante paella de verduras nos esperaba. ¡Y no podía ser de otro modo!. Amada puso todos sus dotes culinarios en dar sabor donde es difícil que lo haya ("natural y sin pastillitas" como ella defiende; sólo añadió un poquito de tomillo que bajamos de la sierra). El caso es que no sobró nada. Muchísimas gracias de todos los comensales. Al final nos pusimos la camiseta en recuerdo de la jornada y dejamos que las cámaras grabaran estos ratos que hacen "equipo".
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