domingo, 14 de diciembre de 2008

Cena de empresa 2008








Bien, un año más la sidra, los dulces, el amigo invisible y, por supuesto, todo el personal de la clínica se reunió en un sencillo restaurante sujeto a menú. Como siempre, lo de la invisibilidad no fue tal, pues con unas estrategias dignas de un servicio estatal de inteligencia, todo el mundo supo sin duda alguna el nombre de su respectivo "amigo". Lo del límite de coste de cada regalo dejó boquiabierto a más de uno: ¡lo que da de sí 10 euros!. En fin, todo muy bonito, pero no se dejó nada a la incertidumbre, al "mosqueo" y para el próximo año se transformará en EL AMIGO VISIBLE. Tras la cena, el grupo se dirigió a un pub donde en un ambiente lejos de estar relajado, sin ruidos, sin apreturas y cómodamente sentado, pudo reirse y pasar un rato agradable. Ramón, en un alarde de paciencia, aguantó unos 15 minutos pues los oídos le estallaban, la mitad de su coca cola fue al suelo por empujones varios, la voz se le tornó afónica por los gritos imprescindibles para hacerse entender, los láseres se metían por las pupilas de sus ojos que casi le dejan ciego y sus pies sufrieron infinidad de pisotones. Al final de la jornada comentó que su estado físico era tal que no sabía si estaría en forma para sus próximos eventos deportivos y que había sufrido más que en la peor de sus carreras de montaña. Se desconoce lo que deparó el resto de la noche a Noelia, Eva, Eugenia, Rosario, Miguel Angel, Fini, Silvia, Davinia, Lina, Ana y Conchi.











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