Mirando al horizonte

Me encuentro un poco raro de no haber participado este fin de semana en alguna carrera. Ya es hora de introducir alternativas al sempiterno "simplemente correr" y estoy decidido a que así sea. Así pues, el jueves pasado me metí en la piscina y duró muy poquito la cosa, sencillamente no es mi medio, no estoy cómodo en el agua y a los 45 minutos con todos los dedos más que arrugados cogí enseguida las de villadiego. No obstante, debo insistir y volveré.

Es domingo por la tarde y después de haberme pasado en la comida de medio día me apetece salir a trotar. Estoy en mi entorno, en mi querida Saladas, me dirijo sólo por una senda sencilla hacia la zona del vertedero y recuerdo la gran dureza de La Sagra en la carrera del domingo pasado. Me pregunto que si queremos entrenar bien y, como no hay grandes alturas por la zona, deberemos ir planteándonos salir hacia lugares con mayor nivel en las pendientes.

Lo realmente bonito de esta trotada ha sido el conjunto de vistas que tenía desde la cresta de la serra Cremats y la serra Llarga: mirando al horizonte observo un imponente Font Calent similar a un volcán extinguido, las gaviotas procedentes del litoral y atraídas por los alimentos que proporciona el basurero, una magnífica puesta de sol, un altivo Maigmó ya apagándose con el atardecer, el descenso de los aviones hacia el aeropuerto, un Clot de Galvany sin construcciones y separando Arenales de Gran Alacant... Por cierto, el sábado por la noche en la terraza de la casa de Juan Carlos en Arenales y también mirando hacia el horizonte, hacia el mar, disfrutamos de una luna llena y una magnífica cena junto a Marife, Eva y Barçe.