Nuestro grupo de Correr o Caminar |
Un sólo color, una única meta. |
Con Carlos |
Encina milenaria |
Nuestro grupo de Correr o Caminar |
Un sólo color, una única meta. |
Con Carlos |
Encina milenaria |
Empezamos por una senda preciosa y agradable junto al río; pronto la pendiente se hace considerable hasta llegar a una cabaña donde la sombra aplaca el intenso calor.
El fondo del valle ya queda muy atrás y nuestras miradas ojean el horizonte y no dejan de buscar los hitos y marcas que nos lleven por el camino correcto. Arriba, junto al primer lago, están los montañeros de verdad, extasiados por la belleza del paisaje. Una manada de caballos aún contribuye a ensalzar el lugar. Enfrente un refugio, pequeño, a modo de contenedor al que no le faltaba nada de lo indispensable ante unas condiciones climáticas extremas.
El paisaje se vuelve casi lunar, sin vegetación, sólo piedras, grandísimos desniveles y mucho calor. El agua escasea y llegamos a un collado donde nos reagrupamos con nuestros colegas andarines donde hicimos la última gran cumbre de La Porta del Cel.
Llegamos a la cabaña de Boldís donde estaba el último punto para clicar nuestro pasaporte y que certifica el cumplimiento de la totalidad del trazado.
El sendero se vuelve zigzagueante, pesado y con el final de la ruta a nuestros pies. Parece que por mucho que andemos no avanzamos. Tavascán está ahí bajo, muchas ganas de llegar y descansar después de esta larguísima estapa. Los pies están ardiendo.
Por fin llegamos y me apresuré acercarme al bar más cercano para pedir esas cervezas que tanto deseábamos. Recuerdo que Antonio me dijo que fueron las cervezas que mejor le habían sentado en su vida. Con un gran retraso sobre lo previsto, llegamos casi anocheciendo. Sólo quedaba cenar, recordar felizmente lo vivido estos días y buscar nuevos destinos.
La senda en contínuo ascenso serpentea a través de un barranco con una gran umbría que hace que la nieve permanezca incluso en Agosto. Vamos camino de la Pica d´Estats, la cumbre más alta del Pirineo Catalán. Como siempre el grupito ilicitano se queda rezagado. El resto tiene previsto hacer varios tresmiles...
Cruzar los neveros conlleva el riesgo de un resbalón. Poner los pies donde lo hizo el compañero inmediatamente anterior era la solución. Después de un gran esfuerzo hicimos cumbre... Allá, a lo lejos, en otra cumbre vimos a Rafa y Enrique sin temer a la ley de la gravedad. Me preguntaba cómo es posible que accediesen a esos lugares tan difíciles e inhóspitos al mismo tiempo.
Nuria, Fini, Marga, Antonio y yo nos dirigimos directamente hacia Vallferrera, sin rodeos. El resto se encarama a otras cumbres...
Una hora más tarde, en contínuo descenso y tras refrescar nuestros pies en un arroyo, vimos a Quim corriendo, con los ojos desencajados, buscando cobertura telefónica... ¡Enrique ha sufrido una caida importante y no se puede mover!-nos dijo-. Nos quedamos quietos, sin habla, cabizbajos, con infinitos interrogantes. Al poco,vimos por el cielo un helicóptero que se dirigía hacia el lugar del accidente.
Sin ganas de hablar, con paso lento y tristes, muy tristes, caminamos hasta el refugio a la espera de buenas noticias. Lo demás nada importa ahora, sólo el estado de nuestro querido compañero.
La espera en Vallferrera se hizo eterna. Al cabo de unas horas Xavi, Quim, Rafa y Oscar nos dieron noticias de primera mano y, pese a lo aparatoso de la caida, la vida de Enrique no corría peligro. Se encuentra en un hospital de Lleida donde estamos a la espera del alcance de sus heridas.
Este lago que vimos en el recorrido presentaba un islote que lo hacía aún más precioso. Arroyos y cascadas se suceden a nuestros pies.
Empieza la lluvia. La predicción se cumple y debemos extremar las precauciones. Los chubasqueros son nuestros aliados y nos protegen así como un cobertizo situado a mitad del tyayecto.
Algunos tramos se hacen eternos y difíciles a través de enormes piedras que debemos sortear con sumo cuidado... pero falta por llegar el peor momento.
En el fondo del valle se ven unas nubes amenazantes que pronto nos envuelven en una espesa niebla, la lluvia no cesa, las marcas del sendero en Francia están borrados, la pendiente muy fuerte y pedregosa se hace resbaladiza, no paramos de hablar para saber que estamos ahí... ¡Uff! ¡el susto del grupo se acrecienta y tememos no llegar al refugio si la situación no cambia!. Con serenidad, muy despacio y volviendo sobre nuestros pasos para redirigir el GPS vamos avanzando. Desconocíamos la distancia que nos quedaba, los móviles sin cobertura y ningún atisbo de vida humana a nuestro alrededor.
Al final, después de unas dos horas PERDIDOS, despeja y vemos el refugio de Pinet en el horizonte. Las fuerzas flaquean, la sonrisa de Marga nos alimenta y, tras salvar un collado, el móvil nos avisa de que los compañeros de travesía están preocupados por nuestra tardanza. Desde el refugio nos visualizan con unos prismáticos. Rafa y Quim se ponen manos a la obra para echarnos una mano pues quedaba un último escollo que, sin la colaboración de ambos, jamás podríamos haber superado. Una cuerda y un desnivel muy duro hay que sortear para llegar.
MUCHISIMAS GRACIAS POR VUESTRA AYUDA... y, por fin, con los últimos rayos del sol en el horizonte, llegamos al refugio donde recibimos un caluroso aplauso. A más de uno le saltaron las lágrimas.
La travesía recorre el Pirineo catalán haciendo cumbre en su cima más elevada y enlazando 4 refugios: Graus, Certascán, Pinet (en Francia) y Vallferrera. Se hace reserva en todos ellos y nos proporcionan toda la comida necesaria. Hay que llevar poco peso y esto es prioritario.
Empezamos ilusionados y allí conocimos a Rafa, Oscar y Enrique de Valladolid, Javier de Pamplona y los catalanes Quim y Nuria. En total somos 10 los que nos dirigimos hacia el corazón de los Pirineos pero sólo al ver a nuestros compañeros, su equipación, su desparpajo a la hora de hablar de los deportes de alta montaña... la duda nos vuelve a asaltar al desconocer el alcance de nuestras fuerzas. ¿Saldremos airosos?.
Desde Graus la senda en continuo ascenso resulta muy agradable entre grandes pinadas. Pronto el arbolado deja paso al prado y al matorral bajo lo que nos indica que estamos superando los 2000 metros de altura.
La ayuda para salvar desniveles y arroyos fue constante. Era el comienzo. Día radiante y feliz. El paisaje va cambiando ante nuestros ojos y comenzamos a ver los primeros lagos y neveros.
Reponiendo fuerzas. Dede lo alto se siente uno muy pequeñito al ver la inmensidad del paisaje. En la pica de Certascán coincidimos con los tres vallisoletanos
La bajada es dura a través de inmesos bloques de piedra. Desconoces si se mueven y si soportarán nuestros pasos. Los saltitos son una constante y se hace divertido pero con adrenalina. El lago de Certascán y su refugio están a lo lejos, fin de la 1ª etapa. Los burros nos dieron una calurosa acogida. Sin duda son importantísimos para el transporte de alimentos. Los vehículos a motor no tiene acceso alguno. Hay agua caliente, poca y con pago previo pero de agradecer. La electricidad no ha llegado y todos los refugios se abastecen de placas solares.